jueves, 25 de septiembre de 2014

Aventuras de un oficinista japonés



Aventuras de un oficinista japonés (José Domingo). Bang!, 2011. Cartoné. 24 x 33 cm. 120 págs. Color. 22 €
José Domingo es un autor joven —cosecha del 82—, aunque dicha juventud no le impide tener una carrera como dibujante relativamente extensa. Aventuras de un oficinista japonés no es su primera obra larga, pero sí es la primera que enfrenta en solitario. Y lo ha hecho a lo grande, y con el descaro de los grandes: es un cómic muy ambicioso, de gran formato, a color, tapa dura… Una excelente edición por parte de Bang! que demuestra que han apostado fuerte por Domingo. Y han hecho muy bien, porque creo de verdad que éste es uno de los mejores cómics españoles que se han publicado este año.
Aventuras de un oficinista japonés cuenta justamente eso, las aventuras que vive un oficinista de Japón para volver a su casa después de salir del trabajo.Aventuras de un oficinista japonés es un pulso entre Domingo y sus lectores, un más difícil todavía maravilloso, que sube página tras página sin decaer nunca, y que sustenta perfectamente una historia que no necesita de más coartadas argumentales para ser apasionante.
Es una odisea loca y por momentos directamente surrealista, en la que se mezclan muchos elementos aparentemente disonantes. Domingo juega muy bien con la cultura pop, porque la conoce y la domina: empezando por el propio protagonista, un oficinista en Japón… no necesitamos saber más de él, ni que se perfile más a lo largo del tebeo, ya sabemos cómo es: gris y anodino. Por eso es tan divertido verle vivir todo lo que vive. El pobre hombre sale de trabajar, se dirige a su casa, y entonces empieza una increíble aventura de ritmo vertiginoso, en el que los accidentes van llevando al personaje de un lugar a otro y asistimos a un desfile alucinante: yetis, combates de tintes superheroicos, bandas terroristas, sectas, el mismísimo Satán…
Semejante espectáculo, por su propia naturaleza, necesitaba forzosamente una puesta en escena a la altura. Domingo lo sabía y prepara una estructura que se intuye estudiadísima y que funciona perfectamente. Cuatro viñetas por página —lo que teniendo en cuenta el tamaño de la misma, supone cuatro viñetas enormes—, siempre la misma escala, el mismo plano, la misma perspectiva isométrica. ¿Aburrido? Al contrario; es la mejor manera de representar la acción vertiginosa del cómic y centrar la atención no sólo en el protagonista, casi siempre el centro de las escenas, sino también en todo lo que lo rodea. Hay tantos detalles, tanto mimo en los fondos y en el resto de acciones secundarias, que estoy seguro de que muchas cosas pasan desapercibidas en una primera lectura. Y, claro, ser tan constante en la estructura de página conlleva que las contadas ocasiones en las que Domingo la quiebra los resultados sean espectaculares.(Entrecómics)
Algunas páginas
              


       
             





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