lunes, 26 de diciembre de 2016

"Rogue one " una historia de Star Wars




Título original
Rogue One: A Star Wars Story
Año
Duración
133 min.
País
Estados Unidos Estados Unidos
Director
Guión
Chris Weitz, Tony Gilroy (Historia: John Knoll, Gary Whitta; Personajes: George Lucas)
Música
Michael Giacchino
Fotografía
Greig Fraser
Reparto
,
Productora
The Walt Disney Company / Lucasfilm
Género
Ciencia ficciónAcciónBélico | Aventura espacialSpin-offStar Wars3-D
Grupos
Saga Star Wars 
Sinopsis
El Imperio Galáctico ha terminado de construir el arma más poderosa de todas, la Estrella de la muerte, pero un grupo de rebeldes decide realizar una misión de muy alto riesgo: robar los planos de dicha estación antes de que entre en operaciones, mientras se enfrentan también al poderoso Lord Sith conocido como Darth Vader, discípulo del despiadado Emperador Palpatine. Film ambientado entre los episodios III y IV de Star Wars. (FILMAFFINITY)
Críticas

Cuando George Lucas acabó la segunda trilogía de Star Wars, la impresión general era que la saga necesitaba una renovación. Además, el propio realizador fue consciente de que la vida no le alcanzaría para concluirla y que había que pasar la mano a otros. Vendió Lucas Films en 2012 a la Disney en US$ 4.400 millones reservándose un derecho de supervisión y pasó a presidir la Fundación Educacional Lucas.
Por su lado, la Disney hizo un gran negocio (que completó adquiriendo Pixar y Marvel, lo que le da un casi monopolio de entretenimiento: tiene el 25% del total de ganancias de las majors en 2016) y no tardó en anunciar una nueva trilogía, cuyo primer episodio puso en las experimentadas manos de J.J. Abrams, un guionista y realizador que apreciamos, pero que fue llamado también porque había sido el exitoso renovador de Misión imposible y Star Trek.
El resultado se conoce, con un presupuesto de US$ 200 millones y una muy bien llevada campaña publicitaria, Stars Wars VII (2015) superó los mil millones de recaudación, sin contar un filón mayor en videojuegos y juguetes. Stars Wars VIII, ya rodada, se anuncia para el próximo año, pero la Disney quiere amortizar cuanto antes su compra millonaria y ese es el origen de Rogue One, el primer spin off (historia autónoma desprendida de otra) de la saga de Lucas. Otros seguirán, alternándose con los episodios principales.
Al frente de esta aventura se encuentra el británico Gareth Williams (Nuneaton, 1975), con un máster en la U. of the Creative Arts en Farnham (Surrey), quien se inició como especialista en efectos especiales para la BBC, tarea que dejó para dirigir Monsters (2009), thriller de bajo presupuesto que tuvo enorme acogida y le aseguró que la Warner le confiara el remake de Godzilla (2011). Seguidor de Lucas, Spielberg y Tarantino, era muy adecuado para el encargo.
Es necesario anotar un hecho mayor: la historia, que ocurre inmediatamente antes del episodio IV de la saga (el primero en ser filmado, 1977) contaba entre sus personajes a Grand Moff Tarkin, comandante de la Estrella de la Muerte, encarnado por el gran actor inglés Peter Cushing (Van Helsing y el barón Frankenstein en los clásicos de la Hamer), quien falleció en 1994. Pues bien, gracias a la tecnología denominada Computer Generated Imagery y al consentimiento de su familia, Cushing es “resucitado” aquí, idéntico a sí mismo. Es la primera vez que ocurre (pero no la única; en la secuencia final hay otro caso) y abre interrogantes jurídicos y éticos.

 Mientras que Lucas mantuvo un equilibrio cuidadoso entre el lado fantástico y utópico de la saga (todo lo relacionado con lo que el mundo anglosajón denomina “fantasía heroica”, con sus referencias al ciclo arturiano a través del círculo de los jedi y la vaga religiosidad relacionada con la Fuerza y su Lado Oscuro) y esa mezcla inventiva de géneros que le permitió servirse del western, la ciencia-ficción, la cinta de guerra y hasta de los samuráis de Kurosawa para las peleas con sables láser, es este segundo componente el que predomina aquí.
En efecto, los héroes diseñados por Weitz y Gilroy y desarrollados por Edwards se aproximan a la condición de antihéroes, moviéndose entre los pliegues confusos de una ética más relajada y ambigua. No es extraño que, aparte de la frase ritual “que la Fuerza te acompañe”, no intervenga ningún jedi en la historia ni se haga referencia, hasta el final, a ninguno de los protagonistas principales de la saga. Aquí lo que tenemos es un puñado de marginales y aventureros que acaban cumpliendo un rol clave porque deciden hacer frente a los siniestros planes del Imperio.
En Rogue One la esperanza sustituye a la fe, y mejor si se apoya en argumentos prácticos. La tarea que parece haberse propuesto Edwards consiste en hacer pisar tierra a sus personajes. Por eso los mejores momentos son aquellos en los que se recurre al género bélico, con combates urbanos, tácticas de guerrilla, desembarcos en cabeceras de playa, asalto y defensa de posiciones, etc., todo lo cual contribuye a ligar a la historia con imágenes de nuestro alborotado tiempo.
Nada de lo anterior estaba ausente en los clásicos de la serie, que Rogue One sin duda mira con respeto, pero también con la sensación de que requieren de una actualización. De allí que sus últimos 40 minutos, dedicados a la gran batalla entre las fuerzas de la Alianza Rebelde y las del Imperio –y que tiene como punto de referencia la épica de aquella, memorable, de El retorno del jedi– nos parezcan de lo mejor de esta entrega. Reaparecen allí las reconocidas máquinas bélicas de la juguetería Lucas, pero defensores y asaltantes se mueven con desapego en una nueva topografía.
La variedad étnica y geográfica del equipo que se embarca ha provocado los ataques de grupos supremacistas norteamericanos, que consideran que esta troupe favorece futuras invasiones de inmigrantes y ven en ellos el rostro de un “otro” a quien no desean como vecino. Es el lado grave de una polémica que, sin ellos, se hubiera limitado al viejo debate entre quienes prefieren que la saga de Lucas se mantenga tal como la conocieron en su niñez y aquellos que prefieren que reciba aportes novedosos que la modifiquen, respetando una cierta continuidad.
La respuesta no es simple, pero todo lo que no cambia se anquilosa. Gareth Edwards y sus guionistas ganan su apuesta por puntos: Rogue One es una muestra de buen oficio y una prueba de que no es necesario dinamitar una saga que lleva 40 años para renovarla. Si la Disney no se torna demasiado codiciosa y abusa de los spin off, es posible que tengamos Star Wars para rato.

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